Madrid, Galdós y la botica de Maximiliano Rubín
Los primeros asentamientos musulmanes en el territorio datan del siglo IX y ya desde un primer momento se obtuvo provecho de los manantiales que corrían por las cercanías.
En el primer fuero de Madrid, de comienzos del siglo XIII (1202), se la menciona bajo cinco denominaciones: Magerit, Magirto, Madrit, Madride y Madrid.
En la época del Madrid imperial existieron calles, puertas, portillos y postigos con bellos nombres, hijos de un desarrollo poblacional irregular y carente de simetría. En aquellas calles vivieron Cervantes, Lope de Vega, Quevedo y Góngora.
A partir de Carlos III, las calles comenzaron a rotularse en las esquinas con azulejos de Talavera. Travesías identificadas por los madrileños con nombres memorables y sorprendentes, como del Ataúd, del Azotado, del Verdugo, de los Muertos, del Piojo, de Noramala Vayas, de la Pedrada, de la Mancebía, del callejón de los Muertos, del Perro, de las Negras, de Aunque os Pese, de la Pingarrona, del Campo de las Calaveras, del Infierno, del Colmillo, del Salsipuedes, o de las Pulgas, en el Rastro, o la calle de la Amargura, que comunicaba la calle Mayor con la plaza Mayor.
En palabras de Andrés Trapiello, «el callejero se convirtió en una página de la historia que se estaba escribiendo a vista de todos»6
Desde su fina visión, el autor se adentra en las vidas de los moradores, nos traslada los amores que les arrastran y nos hace testigos de sus trabajos y negocios. Su interés desborda a los aristócratas y las clases medias, y trasciende a las clases más humildes, las de los barrios de Cuatro Caminos, Tetuán de las Victorias, los barrios de las Injurias y las Cambroneras, situados en los alrededores del Puente de Toledo.
La modernidad intemporal de Benito Pérez Galdós reside en haber sabido transmitirnos con su brillante escritura una galería de retratos humanos, muy del gusto de las clases medias, principales consumidoras de su literatura14. El escritor canario utiliza como principales recursos la ciudad y la historia, a través de las cuales nos habla de lo que realmente le importa: de las personas, de la razón humana de sus vidas y del amor15. Ese amor es a veces compasivo, y la visión piadosa del hombre lleva a Galdós a ahondar en la humanidad doliente.
El Madrid castizo galdosiano y su topografía humana sin duda tienen reservado un sitio en el olimpo de la literatura universal, y comparten un asiento de preferencia con el París de Dumas, el Londres de Dickens, el San Petersburgo de Tolstoi, la Praga de Kafka, o la Lisboa de Pessoa.
La descripción que hace Galdós de las calles madrileñas no tiene parangón, algo que comprobamos en el universo urbano dibujado en su obra La de Bringas. En ella aparece representado el genuino Madrid, el Madrid de los Austrias, frente al moderno barrio que por entonces se estaba construyendo por el gran financiero de la época, el marqués de Salamanca:
Creo que no me aprovecha la misa cuando no la oigo en Santa Catalina de los Donados en la Buena Dicha. Es verdad que esta parte de la Costanilla de los Ángeles es algo estrecha, pero a mí me gusta así. Parece que estamos más acompañados viendo al vecino de enfrente tan cerca, que se le puede dar la mano. Yo quiero vecindad por todos lados. Me gusta sentir de noche al inquilino que sube; me agrada sentir aliento de personas arriba y abajo. La soledad me causa espanto, y cuando oigo hablar de las familias que se han ido a vivir a ese barrio, a esa Sacramental que está haciendo Salamanca más allá de la Plaza de Toros, me dan escalofríos. ¡Jesús qué miedo!… Luego este sitio es un coche parado. ¡Qué animación! A todas horas pasa gente. Toda, toda, todita la noche está usted oyendo hablar a los que pasan, y hasta se entiende lo que dicen. Créalo usted, esto acompaña. Como nuestro cuarto es principal, parece que estamos en la calle. Luego todo tan a la mano… Debajo la carnicería; al lado ultramarinos; a dos pasos puesto de pescado; en la plazuela botica, confitería, molino de chocolate, casa de vacas, tienda de sedas, droguería, en fin, con decir que todo… No podemos quejarnos. Estamos en sitio tan céntrico, que apenas tenemos que andar para ir a tal o cual parte. Vivimos cerca de Palacio, cerca del Ministerio de Estado, cerca de la oficina de Bringas, cerca de la capilla Real, cerca de Caballerizas, cerca de la Armería, cerca de la plaza de Oriente… cerca de usted, de las de [Joaquín] Pez, de mi primo Agustín [Caballero]…»16 .
El Madrid nocturno también figura descrito en la obra de este genial canario, a través de su personaje Salvador Monsalud, protagonista de uno de los Episodios Nacionales:
Galdós introdujo en su magistral Fortunata y Jacinta la botica de Samaniego, a la que ubicó en la calle Ave María, cerca de una de las farmacias más conocidas de Madrid que operaba desde 1869, la Farmacia El Globo, y que se hallaba en la misma plazuela de Antón Martín.
Su marcada visión comercial de la vida le lleva a manifestar con entusiasmo las posibilidades económicas que se abrirían para ellos si su sobrino se aplicase con ambición a la Farmacia: «El farmacéutico que no hace dinero en estos tiempos es porque tiene vocación de pobre. Tú sabes bastante, y con un poco de trastienda y otro poco de farsa y mucho anuncio, mucho anuncio, negocio hecho. Créeme, yo te ayudaría». La esperanza de encontrar una fórmula nueva convertida en una panacea revela una interesante conversación entre doña Lupe y su sobrino Maxi:
—El lacto-fosfato de cal perfeccionado —dijo Maxi—. En cuanto a las panaceas, la moral farmacéutica no las admite.
—¡Qué tonto!… ¿Y qué tien que ver la moral con esto? Lo que digo: no saldrás de pobre en toda tu vida… Lo mismo que el tontaina de Ballester: también me salió el otro día con esa música. ¿Nada os dice la experiencia? Ya veis: el pobre Samaniego no dejó capital a su familia porque también tocaba la misma tecla. Como que en su tiempo no se vendían en su farmacia sino muy contados específicos. Casta bufaba con esto. También ella desea que entre tú y Ballester le inventéis algo, y deis nombre a la casa, y llenéis bien el cajón del dinero… Pero buen par de sosos tiene en su establecimiento…»25.
Un vivo ejemplo de la maestría de Galdós en el manejo de la terapéutica de los fármacos se advierte en las constantes migrañas de Maxi Rubín, con episodios detalladamente descritos y el tratamiento que se aplicaba aquella época.
En su fase más avanzada, Rubín recibe un tratamiento opiáceo a base de láudano para su dolencia. Galdós detalla con precisión la aplicación al protagonista de un «remedio heroico» para tranquilizarle, como medicamento enérgico y destinado a casos extremos. En sus delirios, Galdós con buen sentido del humor le hace pronunciar palabras amorosas, entremezcladas con términos de farmacia: «Ídolo… De acetato de morfina, un centigramo… Cielo de mi vida. Clorhidrato de amoníaco, tres gramos…, disuélvase…»26.
Para terminar, merece la pena recordar un detalle más del creador de Fortunata y Jacinta cuando revela las afinidades políticas de los farmacéuticos que acudieron al convite de boda de Maxi Rubín y Fortunata. Durante la conversación de sobremesa declara a aquellos boticarios de «atrozmente liberales» en sus debates y tremolinas frente a dos religiosos y pro carlistas. Todo un reflejo de una España intemporal
↑ 1 La autoría de esta frase pertenece a Juan Meléndez y Valdés, y ha sido recogida por Andrés Trapiello en su Madrid, Destino, 2020, p. 9. Nos hemos servido de este hermoso trabajo, mezcla de erudición, literatura y poesía, para documentar el Madrid decimonónico. Nuestro agradecimiento al autor.
↑ 2 Sobre los viajes de agua en Madrid, consúltese el enlace [disponible en línea] [consultado el 5 de septiembre de 2021]
https://www.madrid.es/portales/munimadrid/es/Inicio/El-Ayuntamiento/Medio-ambiente/Agua/Viajes-de-agua?vgnextfmt=default&vgnextoid=c2c61a824d4ae210VgnVCM2000000c205a0aRCRD&vgnextchannel=ce54b5f73a077210VgnVCM1000000b205a0aRCRD
En 1858 se trajeron las aguas desde Lozoya. Hasta entonces, fueron las aguas tema recurrente de conversación entre los vecinos de la Corte. Andrés Trapiello, Madrid, Destino, 2020, p. 506.
↑ 3 Íbid., pp. 22 y 23.
↑ 4 Íbid., pp. 24 y 25.
↑ 5 Íbid., p. 128.
↑ 6 Íbid., p. 137.
↑ 7 Íbid., p. 135.
↑ 8 Recoge Trapiello nombres de calles, citados en la obra de María Teresa Gea, El Madrid desaparecido, y otros resultados de su propia investigación. Alguna vez existieron en el Madrid pasado, pero que no se han conservado: Lanzas Agudas, plazuela de los Afligidos, calle del Aguardiente, plaza de la Alegría, callejón de las Ánimas, Bajada de los Ángeles, Bazar de las Américas, La Bombilla, Candil, Cantarranas, plazuela de los Caños Viejos, Cerca del Arrabal, cerrillo del Rastro, Gitanos, de las Negras, travesía del Desengaño, callejón de la Duda, calle del Empecinado, calle de la Ese, calle de la Esperancilla, calle del Espejo, calle de la Garduña, Angosta de Peligros, calle del Gato, de las Rejas, la calle de la Reforma Agraria, calle de la Unión Proletaria, callejón del Perro, calle del Soldado, paseo de Trajineros, paseo del Invierno, paseo Novelesco, calle del Límite, calle de Salsipuedes, calle de los pajaritos, calle de la Sartén, plaza del Progreso, Quitapesares, calle de la Ventanilla, Portal del Contraste, Portal de los Mauleros, la Quinta del Sordo, calle de San Opropio, campo del Tío Mereje, calle del Tostado, travesía de la Rosa, calle del Viento, Cuesta de las Vistillas, callejón de las Yerbas, Sin Salida, el campo de la Lealtad, calle de los Federales y calle de Andrés Gana. Íbid., pp, 144-145. Al trazarse la Gran Vía, también desaparecieron algunas calles, íbid., p. 138.
↑ 9 Íbid., pp. 132 y siguientes.
↑ 10 Íbid., pp. 139-140.
↑ 11 Al respecto, vid. el Mapa cultural ilustrado Galdós es Madrid [disponible en línea] [consultado el 3 de octubre de 2021] https://www.esmadrid.com/sites/default/files/el_madrid_de_galdos_es.pdf
↑ 12 Andrés Trapiello, Madrid, pp. 325, 326 y 331.
↑ 13 Íbid., p. 327.
↑ 14 Íbid., p. 329. Una buena parte de la obra del autor se puede consultar en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes [disponible en línea] [consultado en 4 de octubre de 2021] http://www.cervantesvirtual.com/portales/benito_perez_galdos/su_obra/ Su correspondencia, igualmente, está disponible en la web Casa-Museo Pérez Galdós [disponible en línea] [consultado en 4 de octubre de 2021] http://ica-atom.grancanaria.com/index.php/colecciones-documentales-de-benito-perez-galdos
↑ 15 Andrés Trapiello, Madrid, pp. 332 y siguientes.
↑ 16 Miguel García-Posada, Guía del Madrid galdosiano. Biblioteca madrileña de Bolsillo. Guías culturales, 2008. pp. 18-20 [disponible en línea] [consultado el 1 de octubre de 2021]
https://www.esmadrid.com/sites/default/files/guia_del_madrid_galdosiano_miguel_garcia_posada.pdf
↑ 17 Trapiello, Madrid, pp. 132-133.
↑ 18 Rubén Domínguez Quintana, “Degeneracionismo y ficción: discurso científico en Benito Pérez Galdós”, Llull, vol. 44(n.º 88) 2021, pp. 195-206. Existe una abundante literatura científica que analiza la obra galdosiana desde múltiples puntos de vista. Sirva como ejemplo el artículo recientemente publicado por Francisco Javier Puerto Sarmiento, “Benito Pérez Galdós (1843-1920) y la salud de su tiempo”, en Anales de la Real Academia Nacional de Farmacia, vol. 87, nº 3 (2021), julio-septiembre, pp. 245-252 [disponible en línea] [consultado el 24 de octubre de 2021] https://analesranf.com/articulo/8703_03/
↑ 19 Íbid., p. 507. En su obra Miau Galdós menciona una de las droguerías más antiguas de España, la droguería Riesgo, fundada en 1866.
↑ 20 Al parecer, el difunto Pepe Samaniego era hijo de un «droguista arruinado de la Concepción Jerónima» y tenía un tío boticario en la calle Ave María, por lo que deducimos que el sobrino terminó haciéndose con la botica de su tío. Benito Pérez Galdós, Fortunata y Jacinta. Alianza Editorial, 2020, tomo 1, pp. 46 y 107.
↑ 21 Galdós, Fortunata…, tomo 2, pp. 186 y 233.
↑ 22 Íbid., p. 277.
↑ 23 Peter B. Goldman, El trabajo digestivo del espíritu: Sobre la estructura de Fortunata y Jacinta y la función de Segismundo Ballester, Kentucky Romance Quarterly, 1984, 31:2, pp. 177-187.
↑ 24 Galdós, Fortunata…, tomo 2, p. 247.
↑ 25 Benito Pérez Galdós, Fortunata y Jacinta. Alianza Editorial, 2020, tomo 2, pp. 235-236.
↑ 26 Íbid., pp. 479, 480 y 482.
↑ 27 Joseph Schraibman, “Cartas de Manuel Tolosa Latour a Galdós”, en El Museo Canario, nº. 22-23, 77-84, 1961-1962, págs. 171-186; J. Fernán Pérez, “Las grandes figuras de la ciencia. El Doctor don Manuel de Tolosa Latour”, en La Ilustración Española y Americana, nº 4-60. 30 de enero de 1917, y Juan Gallego Gómez, “Influencias de Manuel Tolosa Latour en voluntad de Benito Pérez Galdós”, en Actas del séptimo congreso internacional de estudios Galdosianos. Congreso VII (Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria), 2001, pp. 269-277.