La mansión del no ser

Por Marta García Garralón

Un entierro digno

Una pesadumbre de los profesionales de la sanidad de hace un siglo fue la de no poder costear, llegados al final de sus vidas, un entierro digno. Esa carencia de recursos en el tránsito a la mansión del no ser preocupaba a facultativos y a sus familias.

Aquellos sanitarios coincidían en la tristeza y desamparo que les producía ver a las familias de compañeros sin medios ni fortuna, incapaces de afrontar los gastos del sepelio. Tras una vida entregada a la profesión, la modestia de los ingresos o la falta de desahogo económico atenazaba las economías de una parte del colectivo.

Por esta razón, montepíos y asociaciones nacieron en el seno de las corporaciones profesionales para mitigar esta circunstancia, que se repetía con harta frecuencia en el curso de la humanidad doliente.

Médicos, cirujanos, farmacéuticos y practicantes madrileños fundaron en 1881 la Asociación Benéfica Médico-Farmacéutica Municipal, destinada a cubrir los entierros de los sanitarios del cuerpo de la Beneficencia Municipal1.

Estadística de servicios prestados por las Casas de Socorro de Madrid entre 1893 y 1898.

En la estadística municipal por distritos del quinquenio se destacan los 203.367 medicamentos suministrados, junto a las 556 sanguijuelas o los 1003 niños recogidos en la vía pública, todos en el distrito Centro.

Al IX Congreso de Higiene y Demografía: La beneficencia municipal de Madrid. Madrid, 1898. Biblioteca Digital memoriademadrid.
http://www.memoriademadrid.es/buscador.php?accion=VerFicha&id=138327

Estadística de servicios prestados por las Casas de Socorro de Madrid entre 1893 y 1898.

En la estadística municipal por distritos del quinquenio se destacan los 203.367 medicamentos suministrados, junto a las 556 sanguijuelas o los 1003 niños recogidos en la vía pública, todos en el distrito Centro.

Al IX Congreso de Higiene y Demografía: La beneficencia municipal de Madrid. Madrid, 1898. Biblioteca Digital memoriademadrid.
http://www.memoriademadrid.es/buscador.php?accion=VerFicha&id=138327

Honrémonos y nos honrarán

La idea no era nueva y hundía sus raíces siglos atrás, cuando los gremios, además de defender los intereses profesionales de sus miembros, dedicaban parte de sus ingresos a funciones religiosas y actividades caritativas para los más desasistidos: dotes para las hijas, asistencia hospitalaria a los pobres, y entierros revestidos del ceremonial y solemnidad propio de la clase profesional.

Llegados al siglo XIX, los facultativos de la beneficencia municipal madrileña ya habían puesto en marcha un montepío para este fin, pero el impago de cuotas por parte de algunos de sus miembros había echado por tierra el esfuerzo común.

Echaban de menos los médicos y farmacéuticos de las últimas décadas del siglo XIX esa antigua práctica desaparecida “llevándose mortalmente herido al compañerismo y unión que debe reinar entre los individuos de una corporación, y rompiendo los vínculos de la concordia y cariño que a todos mantenía enlazados gratamente”. Bajo el lema “honrémonos y nos honrarán”, se propusieron resucitar esta antigua costumbre2.
La demostración pública del pésame al compañero fallecido plasmaba un deseo humanitario, pero también ponía de manifiesto los lazos existentes entre compañeros: auxilio recíproco, ayuda y defensa mutua.
La manifestación de los compañeros facultativos del dolor por la pérdida reconfortaba a las familias, y la memoria del finado quedaba honrada. Los restos mortales eran conducidos decorosamente a la mansión del no ser, y depositados con “dignidad y respeto, ya que no con lujo”.

Entierro de José Zorrilla en 1893.
Comitiva fúnebre a su paso por la calle Valverde frente al edificio donde se encontraba la Real Academia Española, un año antes de su traslado a su actual sede3.

La Ilustración española y americana. 30/1/1893, p. 9. Hemeroteca Digital BNE.
http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0001155317&page=9&search=&lang=es.

 

Entierro de José Zorrilla en 1893.

Comitiva fúnebre a su paso por la calle Valverde frente al edificio donde se encontraba la Real Academia Española, un año antes de su traslado a su actual sede3.

La Ilustración española y americana. 30/1/1893, p. 9. Hemeroteca Digital BNE.
http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0001155317&page=9&search=&lang=es.

Una “cama imperial”

Una comisión gestora de la asociación se encargaba de reunir los fondos necesarios para cubrir el deceso, haciendo los depósitos en el Monte de Piedad. Una vez que la Casa de Socorro o familia daba noticia de la muerte de un compañero, la junta se personaba en el domicilio para acordar con la familia la forma de proceder. Acto seguido, se abonaba a la sociedad funeraria los gastos de enterramiento y, si quedaban fondos sobrantes, éstos eran entregados a la familia del finado.

Las cuotas de los asociados cubrían una caja, una “cama imperial”, ocho blandones, un coche fúnebre con cuatro caballos y sus conductores, una sepultura en galería cubierta de uno de los cementerios generales, una lápida, la respectiva licencia, un coche para la comisión y diez coches para el acompañamiento de las comisiones de distrito.

Al efecto, los distritos sanitarios que por aquellos años dividían la ciudad de Madrid eran diez: La Inclusa, La Latina, Audiencia, Centro, Palacio, Universidad, Hospicio, Buenavista, Congreso y Hospital.

Los socios contribuían al momento de su entrada en la asociación con 2,5 pesetas, y abonaban la misma suma cada vez que acontecía la defunción de un asociado.

 

Proyecto de nuevo pabellón para la Casa de Socorro del Distrito de Palacio de 1912.

El edificio desapareció bajo el trazado de la calle de la Princesa, situándose al inicio de esta. Las Casas de Socorro tienen su origen en 1858. “Su cometido era prestar auxilio a cualquier persona acometida de accidente en la vía pública, práctica de curas de urgencia, desempeñar el servicio de consulta pública diaria para los pobres, registro de nodrizas, vacunación, etc.”4

Proyecto de nuevo pabellón para la Casa de Socorro del Distrito de Palacio de 1912.

El edificio desapareció bajo el trazado de la calle de la Princesa, situándose al inicio de esta. Las Casas de Socorro tienen su origen en 1858. “Su cometido era prestar auxilio a cualquier persona acometida de accidente en la vía pública, práctica de curas de urgencia, desempeñar el servicio de consulta pública diaria para los pobres, registro de nodrizas, vacunación, etc.”4.

1 Archivo de la Villa. A nuestros comprofesores. s/f. 44-350-19, y Reglamento para la Asociación Benéfica Médico-Farmacéutica Municipal. Aprobado el 29 de enero de 1881. AVM 44-350-20.

2 Archivo de la Villa (AV). A nuestros comprofesores

3 RAE. Sede institucional. https://www.rae.es/la-institucion/la-rae/sede-institucional. [Consultado el 04/11/2021].

4 Texto extraído de la web de Memoria de Madrid, que lo toma a su vez del libro «Memoria. Información sobre la Ciudad» del año 1929

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